SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
SÉPTIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
El ciclo dominical del tiempo después
de Pentecostés completa hoy su primer septenario. Antes del traslado general
que tuvieron que sufrir las lecturas evangélicas en esta parte del año, el
Evangelio de la mutiplicación de los siete panes correspondía al séptimo
Domingo, y el misterio que encierra, inspira en más de una ocasión aún a la
liturgia de hoy día.
LA SABIDURÍA DIVINA
Ahora bien, este misterio es el de la
consumación de los perfectos en la paz fecunda de la unión divina. Salomón, el
Pacífico por excelencia, acaba de exaltar hoy a la Sabiduría divina y revelar
sus caminos a los hijos de los hombres. Los años en que la Pascua alcanza su
límite extremo en abril, el séptimo Domingo después de Pentecostés es, en
efecto, el primero del mes de agosto, y la Iglesia comienza en él, durante el
Oficio de la noche, la lectura de los libros Sapienciales. De lo contrario,
continúa la de los libros históricos, que puede proseguirse aún durante cinco
semanas; pero aun entonces la Sabiduría eterna guarda sus derechos sobre este
Domingo, que el número séptimo la consagraba ya de una manera tan especial.
Porque, a falta de instrucciones inspiradas en el libro de los Proverbios,
vemos a Salomón en persona predicar con su ejemplo en el libro tercero de los
Reyes, y preferir la Sabiduría a todos los tesoros, y hacerla sentar con él,
como su inspiradora y su más noble Esposa, en el trono de David, su padre.
David mismo —nos dice San Jerónimo,
interpretando la Escritura de este día en nombre de la misma Iglesia—[1] David,
al fin de su vida guerrera y atormentada, conoció las dulzuras de esta
incomparable Esposa de los pacíficos; y sus castas caricias, que no encienden
el fuego de la concupiscencia, triunfaron en él divinamente sobre los hielos de
la edad. "Sea, pues, mía también —dice un poco más adelante el solitario
de Belén—; repose en mi seno esta Sabiduría siempre pura. Sin envejecer nunca,
siempre fecunda en su eterna virginidad, con los ardores de su llama se
enciende en el cristiano el fervor del espíritu, pedido por el Apóstol[2]; y
por la disminución de su imperio se enfriará la caridad de muchos, al fin de
los tiempos".
MISA
QUE SOLO PUEDE SER OFICIADA SEGÚN LAS RÚBRICAS DE LA IGLESIA, QUE CONDENAN
EL ACCIONAR IRREGULAR Y ACATÓLICO DE CONCILIARES DEL VATICANO II, THUCISTAS Y
LEFEBVRISTAS
La Iglesia, dejando a la sinagoga en
sus ciudades condenadas a perecer, ha seguido a Jesús al desierto. Mientras los
judíos infieles asisten, sin darse cuenta, a esta trasmigración tan fatal para
ellos, Cristo convoca a los pueblos y los conduce en líneas apretadas por las
huellas de la Iglesia. De Oriente y de Occidente, del Norte y del Mediodía
llegan los gentiles y toman lugar con Abraham, Isaac y Jacob en el banquete del
reino de los cielos[3]. Mezclemos nuestras voces en el Introito a sus cantos de
alegría.
INTROITO
Gentes todas, aplaudid: cantad a Dios
con voz de exultación. — Salmo: Porque el Señor es excelso, terrible: es el Rey
grande sobre toda la tierra. V. Gloria al Padre.
Nada impide a la Sabiduría llegar al
fin de sus planes, El. pueblo judío reniega de su rey; pero la gentilidad se
levanta a aclamar al Hijo de David. Como cantábamos en el Introito, su reino se
extiende por toda la tierra. La Iglesia pide en la Colecta, que aleje los males
y que venga la abundancia de los bienes que deben afirmar en la paz el poder
del verdadero Salomón.
COLECTA
Oh Dios, cuya providencia no se engaña
en sus disposiciones: suplicámoste humildemente apartes todo lo dañoso, y nos
concedas cuanto pueda aprovecharnos. Por nuestro Señor.
EPÍSTOLA
Lección de la Epístola del Ap. S.
Pablo a los Romanos. (VI, 19-23).
Hermanos: Lo digo humanamente, por la
flaqueza de vuestra carne: que, así como pusisteis vuestros miembros al
servicio de la inmundicia y de la iniquidad, para la iniquidad, así pongáis
ahora vuestros miembros al servicio de la justicia, para la santificación.
Porque, cuando erais siervos del pecado, estabais libres de la justicia. Y ¿qué
fruto sacasteis entonces de aquellas cosas de que ahora os avergonzáis? Porque
el fin de ellas es la muerte. Pero ahora, libertados del pecado, y hechos
siervos de Dios, tenéis por fruto vuestro la santificación, y por fin la vida
eterna. Porque el pago del pecado es la muerte. En cambio, la gracia de Dios es
la vida eterna, en Jesucristo, nuestro Señor.
LA VERDADERA
LIBERTAD
"La vida del bautizado, que le
viene de su unión con Nuestro Señor Jesucristo por la fe, es la paz con Dios,
la alegría y la libertad. Es dos veces libertad: por razón de lo que el
bautismo destruye, y por razón de lo que edifica en nosotros. Para comprender
esto, importa definir bien lo que es la libertad, y su contraria la
servidumbre. Vivo en servidumbre cuando estoy sujeto bajo la dependencia de
quien no debo; cuando el tirano ejerce en mis miembros exteriores violencia;
cuando me asocia, a pesar mío, a sus obras malvadas, mientras una parte de mí,
la más alta, protesta contra las bajezas que ejecuta su poder despótico.
Entonces verdaderamente sí que es servidumbre. "Pero cuando vivo bajo la
dependencia de quien debo; cuando el poder que se ejerce sobre mí, obra
íntimamente, se dirige a la inteligencia y a la voluntad; cuando me hace
trabajar con él en obras nobles y dignas; cuando me asocia al trabajo de Dios
mismo, y bajo su influencia interior, me hace colaborar en un programa de sana
moralidad; cuando estoy persuadido que no sólo Dios, sino todo lo más elevado
de mi alma aplaude la obra que juntos ejecutamos Dios y yo, llamadlo
servidumbre si queréis, pero para mí es la suprema libertad, una liberación
absoluta. Ser dócil a la inteligencia, es libertad; ser dócil a la inteligencia
de Dios, es la más absoluta libertad que existe"[4].
La Iglesia en el Gradual continúa
expresando el pensamiento dominante del séptimo Domingo; invita a sus hijos a
que vengan a recibir de ella la ciencia del temor del Señor: porque el temor
del Señor es el principio de la Sabiduría[5]. El Verso llama de nuevo a las
naciones, herederas de Jacob, a celebrar con alegría el don de Dios.
GRADUAL
Venid, hijos, oídme: os enseñaré el
temor del Señor. V. Acercaos a Él, y seréis iluminados: y vuestras caras no
serán confundidas.
Aleluya, aleluya. V. Gentes todas,
aplaudid: cantad a Dios con voz de exultación. Aleluya.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según
S. Mateo. (VII, 15-21).
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos
de ovejas, pero interiormente son lobos rapaces: por sus frutos los conoceréis.
¿Acaso se recogen de las espinas uvas, o de los abrojos higos? Así, todo: y
todo árbol malo da malos frutos. No puede el árbol bueno dar malos frutos: ni
el árbol malo puede dar buenos frutos. Todo árbol, que no dé buen fruto, será
arrancado y arrojado al fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo
el que me diga: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: sino el que
haga la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése entrará en el reino
de los cielos.
LOS DISCÍPULOS DE
LA SABIDURÍA
"Los conoceréis por sus
frutos", dice el Evangelio; y la historia confirma la palabra del Señor.
Bajo la piel de oveja con que quieren engañar a los sencillos, los apóstoles
del error exhalaban siempre un hedor letal. Sus palabras habilidosas, sus
lisonjas interesadas no pueden disimular el vacío de sus obras. No tengáis nada
común con ellos. Los frutos podridos e impuros de las tinieblas y los árboles
de otoño y dos veces muertos que los sostienen en sus ramas secas, tendrán el
fuego por herencia. Si habéis sido también vosotros anteriormente tinieblas,
ahora que habéis llegado a ser luz en el Señor por el bautismo, o por el
retorno de una conversión sincera, mostraos como tales: producid los frutos de
la luz, en toda bondad, justicia y verdad[6]. Sólo con esta condición podéis
esperar el reino de los cielos y llamaros ya en este mundo los discípulos de esa
Sabiduría del Padre que reclama para sí hoy nuestro amor.
En efecto, dice el Apóstol Santiago,
como comentando el Evangelio de hoy, “¿acaso la higuera puede dar uvas, o la
vid producir higos? ¿acaso la fuente pueda dar agua amarga y dulce a la vez? y
ahora, ¿quién de nosotros pretende pasar por sabio? Pruébelo que lo es,
mostrando en todas sus obras y en toda su vida la dulzura de la Sabiduría.
Porque hay una sabiduría amarga y engañosa, que no es de lo alto, sino terrena
e infernal. La Sabiduría que viene de arriba, es primeramente casta y pura y
además amiga de la paz, modesta, sin apegarse a su parecer, siempre concorde
con los buenos, llena de misericordia y de frutos de buenas obras, que no juzga
a los demás, ni tiene segundas intenciones. Los frutos de la justicia que
produce, se siembran en la paz, en el seno de los pacíficos”[7].
La Antífona del Ofertorio está
escogida, según Honorio d'Autun, para recordarnos el sacrificio de mil víctimas
ofrecido en Gabaón por Salomón, los primeros días de su reinado; después de
este sacrificio, habiendo de pedir al Señor lo que deseaba, anheló y obtuvo la
Sabiduría, con las riquezas y la gloria que no había buscado. Ahora, de
nosotros depende que el Sacrificio que se prepara, sea igual y aún más acepto
todavía. Porque la Sabiduría encarnada es quien aquí se ofrece en persona al
Dios Altísimo, deseando merecernos todos los dones del Padre y dársenos ella
misma.
OFERTORIO
Como los holocaustos de carneros y
toros, y como los miles de gordos corderos, así aparezca hoy en tu presencia
nuestro sacrificio, para que te agrade: porque no hay confusión para los que
esperan en ti, Señor.
Un nuevo rasgo, que confirma lo que
hemos dicho del carácter misterioso de este Domingo séptimo consagrado
especialísimamente a la Sabiduría eterna: el Verso de la Escritura que antes
acompañaba a la Antífona del Ofertorio, es el mismo con que comienza, en el
Pontifical romano, la función espléndida de la Consagración de las Vírgenes: Y
ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu faz; no nos
rechaces; sino más bien muestra en nosotras tu dulzura, según la multitud de
tus misericordias[8]. Al cantar estas palabras, a la llamada del Pontífice, las
elegidas del Señor avanzan hacia el altar en que se va a consumar su alianza.
La Secreta recuerda a Dios, cómo la
múltiple variedad de víctimas legales, recordadas en el Ofertorio, han
encontrado su unidad en la oblación del Gran Sacrificio.
SECRETA
Oh Dios, que pusiste fin a la
diferencia de las hostias legales con la perfección de un solo sacrificio:
acepta el sacrificio ofrecido por tus devotos siervos, y santifícalo con la
misma bendición con que santificaste los presentes de Abel: para que, lo que te
ha ofrecido cada cual en honor de tu majestad, aproveche a todos para su salud.
Por nuestro Señor.
La Antífona de la Comunión, según
Honorio d'Autun, que no hay que separar del Salmo XXX de donde está tomada,
expresa la oración del hijo de David, por la que pidió a Dios la Sabiduría y la
obtuvo inmediatamente. Si alguno de vosotros— dice el Apóstol Santiago—desea la
Sabiduría, pídala a Dios, que da a todos sin cuento y no desdeña a nadie; y le
será dada[9].
COMUNIÓN. —
REALIZAR LA COMUNIÓN ESPIRITUAL, VERDADERA COMUNIÓN [1]
Inclina tu oído; apresúrate a librarme.
La primera falta vició al hombre de
tal modo, tan alejado se halla de la unión divina al entrar en esta vida, que
no puede por sí mismo ni lavar sus manchas, ni encaminarse por la senda que
lleva a Dios. Es necesario que el Señor, como un médico generoso y paciente,
tome a su cargo todos los gastos de su curación, y, aun después de levantado,
le sostenga y le conduzca. Digamos con la Iglesia en la Poscomunión:
POSCOMUNIÓN
Haz, Señor, que tu medicinal operación
nos libre clemente de nuestras perversidades, y nos lleve a las cosas rectas.
Por nuestro Señor.
— DOM PRÓSPERO
GUÉRANGER, El Año Litúrgico, Primera Edición Española Traducida Y Adaptada Para
Los Países Hispano-Americanos Por Los Monjes De Santo Domingo De Silos.
NIHIL OBSTAT:
F.R. FRANCISCVS SÁNCHEZ. 0. S. H. Censor ordinis.
IMPRIMATVR: P.
ISAAC M. TORIBIOS, Abbas Silensis, Ex Monasterio Sancti Dominici de Silos, die
7.I.1953
[1] COMUNIÓN ESPIRITUAL,
VERDADERA COMUNIÓN: https://www.facebook.com/photo?fbid=381902818003537&set=a.235028616024292
Notas
[1] II Nocturno.
[2] Romanos XII, II.
[3] San Mateo VIII, II.
[4] Dom Belatte, Epitres de Saint Paul I, 643.
[5] Psalm. CX, 10.
[6] Efesios V, 8-9.
[7] Santiago III, 11-18.
[8] Daniel III, 40-42.
[9] Santiago I, 5.
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