NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
LAS DESDICHAS DE
JERUSALÉN
El llanto de las
desdichas de Jerusalén forma en Occidente el objeto del Evangelio de hoy; desde
hace mucho tiempo ha dado su nombre, entre los Latinos, al Domingo nono después
de Pentecostés.
Es fácil encontrar aun
hoy día en la Liturgia, huellas de la preocupación de la Iglesia naciente por
el próximo cumplimiento de las profecías contra la ciudad ingrata, que fue
objeto de las primeras predilecciones del Señor. Ha llegado por fin el término
impuesto por la misericordia a la justicia divina. Al hablar Jesucristo del
derrumbamiento de Sión y del templo, había predicho que la generación que oía
sus palabras no pasaría sin que ocurriese todo lo que anunciaba [01]. Casi
cuarenta años concedidos a Judea para desviar la cólera del cielo, no han
conseguido sino afirmar en su obstinación renegada al pueblo deicida. Como
torrente largo tiempo contenido que rompe sus diques, la venganza se abalanza
sobre el antiguo Israel; el año 70 vio ejecutar la sentencia que él mismo se
había firmado, al gritar cuando entregó a los gentiles [2] a su Rey y a su
Dios: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! [3]
MISA
QUE
SOLO PUEDE SER OFICIADA SEGÚN LAS RÚBRICAS DE LA IGLESIA, QUE CONDENAN EL
ACCIONAR IRREGULAR Y ACATÓLICO DE CONCILIARES DEL VATICANO II, THUCISTAS Y
LEFEBVRISTAS
Israel se había hecho
enemigo de la Iglesia; Dios, como había anunciado [4], le castiga y dispersa
sus restos. La Iglesia toma ocasión de la ejecución de los juicios del Señor,
para poner de manifiesto la humilde confianza que deposita en la ayuda de su
Esposo.
INTROITO
He aquí que Dios me ayuda, y el Señor es el
defensor de mi vida: torna los males contra mis enemigos, y dispérsalos con tu
poder, señor, protector mío. — Salmo: Oh Dios, sálvame en tu nombre: y líbrame
con tu poder. V. Gloria al Padre.
Los judíos gritan al cielo y los oídos del
Señor quedan cerrados a sus súplicas, porque no han sabido pedir lo que agrada
al Señor. La Iglesia pide, en la Colecta, que no ocurra así con sus hijos.
COLECTA
Abre, Señor, los oídos de tu misericordia a
las preces de los que Te suplican: y, para que puedas satisfacer los deseos de
los que Te ruegan, haz que Te pidan lo que a Ti Te es grato. Por nuestro Señor.
EPÍSTOLA
Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a
los Corintios. (1 X, 6-13).
Hermanos: No deseéis cosas malas, como las
desearon los Hebreos en el desierto. Ni adoréis los ídolos, como algunos de
ellos, según está escrito: "Sentóse el pueblo a comer y a beber, y luego
se levantaron a retozar". Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron,
y murieron 23,000 en un día. Ni tentemos a Cristo, como hicieron algunos de
ellos, y perecieron mordidos de las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de
ellos murmuraron, y fueron muertos por el Ángel exterminador. Todas estas cosas
que les acontecían eran figuras de lo venidero, y están escritas para
escarmiento de nosotros, que hemos venido al fin de los siglos. Y así, el que
piensa estar firme cuide, no caiga. Que no os vengan sino tentaciones humanas
fácilmente superables. Pero fiel es Dios, que no permitirá seáis tentados sobre
vuestras fuerzas, antes hará que saquéis provecho de la misma tentación, para
que podáis perseverar en el bien.
UNA LECCIÓN PROFÉTICA
"Todos los judíos—
dice San Pablo—han sido honrados con las finezas de Dios. Nada les ha faltado.
Sin embargo, de eso, la benevolencia del Señor se ha alejado definitivamente de
ellos. Es que el amor de Dios nos crea una responsabilidad ante él, y sus beneficios
no aprovechan sino a los que, habiéndolos recibido con humildad, los hacen
valer mediante la fidelidad absoluta de su vida. Que no diga nadie que todo
esto es un viejo cuento que no toca más que a los judíos. No; en la persona del
pueblo judío recibimos nosotros una lección profética: se nos advierte que nos
apartemos de la grosera codicia que los perdió y que nos perdería también a
nosotros mismos... El pueblo judío ha hecho, y casi siempre a costa suya,
experiencias que han de servir al mundo entero. Todos los acontecimientos de su
historia han sucedido, se han escrito, y han llegado hasta nosotros como una
lección destinada en el pensamiento de Dios, a esclarecernos a nosotros, los
que íbamos a venir al cabo de los siglos, los que pertenecemos a la nueva
alianza, la última, la eterna.
"Vemos por esto cómo
se puede caer, aun después de haber recogido beneficios de Dios. Así pues,
lejos de nosotros toda presunción y toda falsa seguridad. Puede ser que
sobrevengan pruebas más pesadas que las que hemos soportado hasta ahora y que
Dios ha medido conforme a nuestra debilidad. Sin duda ninguna que el Señor, que
es fiel, no ha de permitir nunca que la prueba sobrepase por completo nuestras
fuerzas: a medida que crezca la tentación, dará Dios la fuerza sobrenatural
para resistir; pero no es en nosotros en quien debemos confiar, y este aumento
de fuerza no nos vendrá sino de Él" [5].
El Gradual, expresión
ardiente de alabanza al Señor Dios nuestro, viene a dar refrigerio a nuestras
almas fatigadas por el espectáculo de ingratitudes del pueblo judío y de los
castigos que merecieron. Aun en los días más tristes, no falta la alabanza en
la Iglesia, pues no hay ningún acontecimiento aquí abajo que pueda hacer
olvidar a la Esposa los esplendores del Esposo o impedirla que exalte sus
magnificencias. En el Verso hay rasgos de súplica y angustia:
GRADUAL
Señor, Señor nuestro:
¡cuán admirable es tu nombre en toda la tierra! V. Porque tu magnificencia se
ha elevado sobre los cielos.
Aleluya, aleluya. V.
Sálvame de mis enemigos, Dios mío: y líbrame de los que se levantan contra mí.
Aleluya.
EVANGELIO
Continuación del santo Evangelio según San
Lucas. (XIX, 41-46).
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a
Jerusalén, cuando vio la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si conocieses
tú también, al menos en este tu día, lo que sería tu paz! Pero ahora está
escondido a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti: y te rodearán tus enemigos
de trincheras, y te asediarán: y te apretarán por todas partes: y te
prosternarán por tierra a ti, y a los hijos que están en ti, y no dejarán en ti
piedra sobre piedra: por no haber conocido el tiempo de tu visitación. Y,
entrando en el templo, comenzó a expulsar a los que vendían y compraban en él,
diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración. Pero vosotros la habéis
hecho cueva de ladrones. Y estaba enseñando todos los días en el templo.
LAS LÁGRIMAS DE JESÚS
El pasaje que se acaba de
leer en el Santo Evangelio, se refiere al día de la entrada triunfante del
Salvador en Jerusalén. El triunfo que Dios Padre preparaba a su Cristo antes de
los días de su Pasión, no era desgraciadamente, pronto se vio, el
reconocimiento del Hombre-Dios por la sinagoga. Ni la dulzura de este rey que
venía a la hija de Sion montado en una asna [6], ni su severidad misericordiosa
contra los que profanaban el templo, ni sus últimas enseñanzas en la casa de su
Padre, podrían abrir aquellos ojos obstinadamente cerrados a la luz de la
salvación y de la paz. Los mismos lloros del Hijo del Hombre no podían, pues,
alejar la venganza divina: fue necesario que llegase por fin el turno a la
justicia.
Conviene que contemplemos
por unos instantes las lágrimas de Jesús. "El Señor volvió su mirada a la
gran ciudad, hacia la mole del Templo, y una tristeza infinita embargó su alma...
Lloró sobre su patria; fueron verdaderos sollozos, y las palabras que pronunció
tenían, en efecto, un acento como entrecortado, en que se descubría la
violencia de la emoción. No perdamos nunca de vista que el Señor ha pertenecido
a nuestra humanidad. Amaba a Jerusalén como judío, como Hijo del Hombre, como
Hijo de Dios. Jerusalén era el corazón de Israel y de todo el mundo religioso,
la ciudad que Dios se había escogido. Habría podido llegar a ser la capital del
mundo mesiánico destinado a abrazar a todas las naciones. En el pasado, nunca
le faltaron las advertencias y los castigos saludables: y, durante tres años,
el Señor mismo ¡la había iluminado tan abundantemente! Hasta en el Calvario, y
más allá, por el ministerio de sus Apóstoles, debía tender los brazos a su
pueblo. Pero todo sería inútil, y por fin, sería necesario que interviniese la
justicia. Y nosotros podemos leer en el historiador Josefo (libros V y VI de la
Guerra de los Judíos) con qué rigurosa exactitud se realizó la profecía del
Señor, concerniente al castigo de Jerusalén, que es la más impresionante
lección de la Historia" [7].
La Iglesia en el
Ofertorio, se felicita por sus hijos del cuidado que emplean, por la gracia del
Esposo, en observar los mandamientos del Señor. Su obediencia es lo que hace
que los juicios de Dios, tan terribles para la Sinagoga, no sean para ella sino
gozo y dulzura.
OFERTORIO
Las justicias del Señor son rectas, y
alegran los corazones, y sus juicios son más dulces que la miel y el panal: por
eso tu siervo los observa.
La Secreta implora de Dios, para los hijos
de la Iglesia, la gracia de asistir dignamente al Sacrificio, que cada vez
renueva realmente la obra de salvación de todos.
SECRETA
Suplicámoste, Señor, hagas que frecuentemos
dignamente estos Misterios: porque, cada vez que se celebra la conmemoración de
esta hostia, se renueva la obra de nuestra redención. Por nuestro Señor.
La Antífona de la Comunión formula el
misterio de la unión divina realizada en el Sacramento.
COMUNIÓN. — REALIZAR LA COMUNIÓN ESPIRITUAL, VERDADERA COMUNIÓN
[1]
El que come mi carne, y bebe mi sangre,
permanece en mí y yo en él, dice el Señor.
La santificación de los individuos y la
unidad del cuerpo social son dos frutos de los santos Misterios. La Iglesia los
pide a Dios en la Poscomunión.
POSCOMUNIÓN
Suplicámoste, Señor, hagas que la comunión
de tu Sacramento nos consiga la pureza y la unidad. Por nuestro Señor.
— DOM
PRÓSPERO GUÉRANGER, El Año Litúrgico, Primera Edición Española Traducida Y
Adaptada Para Los Países Hispano-Americanos Por Los Monjes De Santo Domingo De
Silos.
NIHIL
OBSTAT: F.R. FRANCISCVS SÁNCHEZ. 0. S. H. Censor ordinis.
IMPRIMATVR:
P. ISAAC M. TORIBIOS, Abbas Silensis, Ex Monasterio Sancti Dominici de Silos,
die 7.I.1953
[1] COMUNIÓN ESPIRITUAL,
VERDADERA COMUNIÓN: https://www.facebook.com/photo?fbid=381902818003537&set=a.235028616024292
Notas
[01] San Lucas XXI, 32.
[2] San Mateo XX, 19.
[3] Ibid., XXVII, 25.
[4] Deuteronomio XXVIII, 15-68.
[5] Dom Delatte, Epitres de Saint Paul
I, 337.
[6] Zacarías IX, 9.
[7] Dom Delatte, Evangelio de N.S.J.C. II,
148.
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